TARDA UN POCO MÁS...

D

esde pequeños, la sociedad reinante nos empuja imparable. Tenemos que hacer esto y aquello, no fallar, alcanzar el objetivo... Y siempre en el menor tiempo posible; siempre, con prisas. A eso no ayuda que en el devenir de nuestras andaduras, todo lo demás acapare el mismo virus del estrés, la urgencia de acabar cuanto antes, toda jodida e inimaginable tarea del día a día.

Pocas cosas las tomamos con calma, sin pensar más allá, solo deleitándonos del momento pausado y hermoso, de la verdad que sentimos y contemplamos. Todo es ruido, menos esos momentos diminutos y esporádicos. Y en la calma, la serenidad, el sosiego y la lentitud del buen hacer, está la felicidad. Porque nos sumergimos en ese mundo que tranquiliza nuestra mente, que la apaga por unos momentos...

Prisas y más prisas... Resolución y efectividad al minuto... Tic, tac, tic, tac. Y muy de vez en cuando, calma, ansiada y deseada calma entre la vorágine.

Así que, por favor, tarda un poco más... Rellena ese círculo amarillo del color que quieras línea a línea; y el fondo azul, cual mano de artesano que crea con sosegado mimo, acábalo cuando tú estés listo, que yo solo resto contemplando, en reposo y paz. Crea las angostas y simplonas montañas, quizás un infantil río, y por último, un pequeño pero resultón sprite de una nave espacial a ras de un verde valle. Luego, sé que aparecerá un marcianito por el cielo azul celeste, y se moverá a espasmos erráticos y lentos, al igual que mi nave que se mueve a pesados bloques...

Tarda un poquito más, programa en Basic de mi MSX, que esa esencia tuya, me otorga paz. No necesito inmediatez, solo ver cómo te creas, cómo rellenas tu ser al completo, sin alardes, con nula impaciencia.

La verdad de las cosas, es su intrínseca pausada belleza. Por eso, gracias, programas en Basic de mi MSX.